El ciclo de las políticas públicas

En el análisis de la gestión pública, el proceso o ciclo de las políticas públicas permite comprender que estas no son eventos aislados o decisiones espontáneas, sino procesos realmente complejos, dinámicos y estructurados. Este enfoque permite descomponer el accionar del Estado en etapas analíticas que revelan tanto sus aciertos como sus limitaciones. 

Para iniciar, en el siguiente video se da una explicación sobre el ciclo y las fases de la política pública:


1.  Identificación del problema: 

El punto de partida del ciclo de una política pública es la identificación del problema, ya que sin un diagnóstico claro, preciso y contextualizado, cualquier intento de intervención estatal corre el riesgo de ser superficial o irrelevante. En esta etapa se reconoce una situación que afecta negativamente a un grupo o al interés general, y se define como un asunto que amerita atención pública. 

Es importante destacar que no todo problema social se convierte automáticamente en problema público; para que esto ocurra, debe visibilizarse, movilizarse la opinión pública, generar presión política y/o institucional, y alcanzar cierto nivel de prioridad en la agenda gubernamental. En este sentido, los medios de comunicación, los grupos organizados, las víctimas y las investigaciones juegan un papel crucial. 

Se entiende entonces que en esta etapa se configuran las bases para la posterior formulación de políticas, por lo que debe garantizarse una metodología rigurosa de identificación que tome en cuenta diversos puntos de vista y actores implicados.

2. Formulación: 

Una vez identificado el problema, se entra en la fase de formulación, donde se diseñan las posibles soluciones. Esta etapa implica la generación de alternativas, análisis de viabilidad, establecimiento de objetivos y definición de estrategias concretas. Es un momento altamente técnico pero también político, donde los intereses, valores y prioridades influyen decisivamente. 

Aquí es esencial que el diseño de la política esté sustentado en evidencia empírica, estudios previos y buenas prácticas, sin descuidar el contexto nacional, cultural y legal. La formulación debe responder a preguntas como: ¿qué queremos lograr?, ¿cómo lo vamos a hacer?, ¿con qué recursos?, ¿a quiénes va dirigida la política?, entre otras. Además, debe de evaluarse la coherencia interna de la política, es decir, que los medios elegidos sean apropiados para alcanzar los fines perseguidos.

Además, esta etapa consta de varias fases clave, a continuación se presentan en base a lo expuesto por la autora Delgado (2009, p. 7-8):

·    Establecimiento de metas y objetivos: consiste en definir claramente lo que se desea lograr, las metas dan dirección a la política y permiten evaluar posteriormente su éxito. La ambigüedad o la falta de claridad en los objetivos puede llevar a políticas confusas o ineficientes. 

 

·      Identificación de alternativas: aquí se detectan opciones de solución al problema, algunas alternativas ya existen y cuentan con respaldo institucional; otras son más innovadoras y requieren de mayor validación. Es fundamental que todas sean descritas detalladamente para permitir su evaluación objetiva. 

 

·   Evaluación de las alternativas: cada opción se analiza en términos de costos, beneficios, viabilidad técnica y política; una herramienta común es el análisis costo-beneficio, que ayuda a ponderar las consecuencias positivas y negativas de cada alternativa.

·    Selección de la opción: la decisión recae en los actores públicos responsables; aunque el análisis técnico es importante, la elección también responde a factores políticos, sociales y estratégicos. La opción seleccionada debe representa el mejor equilibrio entre factibilidad, efectividad y aceptación. 


3. Adopción: 

La adopción marca el momento en que una de las alternativas formuladas es oficialmente aprobada por las autoridades competentes. Esta decisión puede tomar la forma de una ley, decreto, resolución, plan o programa institucional. La adopción institucionaliza la voluntad de acción, legitimando la política y dando paso a su ejecución. 

Este proceso no está exento de tensiones, ya que refleja los intereses, valores y prioridades de los actores políticos. Las decisiones adoptadas pueden favorecer a determinados sectores o visiones ideológicas (debido al aspecto explicado en el primer tema), por lo que es crucial garantizar mecanismos de transparencia y participación en esta etapa. Una adopción apresurada o sin consenso social puede afectar la legitimidad de la política y su sostenibilidad a largo plazo. 

4. Implementación: 

La implementación consiste en poner en práctica las acciones previstas en la política; aquí se asignan recursos, se organizan los equipos de trabajo, se establece la logística operativa y se ejecutan los programas y proyectos derivados de la política adoptada; por lo cual, esta etapa pone a prueba la capacidad administrativa, técnica y operativa del Estado.

Por consiguiente, la implementación debe ser guiada por un plan detallado que contemple cronogramas, responsabilidades, indicadores de seguimiento y mecanismos de rendición de cuentas. También, requiere de flexibilidad para adaptar las acciones ante imprevistos y condiciones cambiantes. Ya que una implementación eficaz es aquella que logra traducir los objetivos abstractos en resultados concretos que mejoren las condiciones de vida de la población. 

5. Evaluación: 

La evaluación es el proceso mediante el cual se analiza el desempeño de una política en términos de eficacia, eficiencia, pertinencia, sostenibilidad e impacto; permitiendo contrastar los resultados obtenidos con los objetivos planteados, identificar todas aquellas debilidades y proponer los ajustes. 

A como determina la autora Delgado (2009, p. 9) las unidades de evaluación de la administración pública determinan en qué medida se han “logrado los objetivos de la política pública en cuestión. La evaluación cierra el ciclo de las políticas, y puede retroalimentar el proceso en cualquiera de sus fases. En la práctica, la evaluación no está tan extendida como sería deseable”. 

Asimismo, la evaluación debe utilizar metodologías rigurosas y datos confiables, e idealmente debe realizarse por actores externos a la política para garantizar su objetividad. El evaluar no es solo medir resultados, sino también es reflexionar sobre los procesos, las condiciones de contexto y los efectos no previstos. Es un instrumento esencial para fortalecer el aprendizaje institucional y la calidad de las intervenciones del Estado. 

En este aspecto, se cobra una notable relevancia en la labor de Costa Rica como referente en mecanismos de evaluación rigurosa; según un artículo publicado el 7 de marzo de 2025, el país ha desarrollado estándares sólidos y sistemáticos para medir resultados y promover buenas prácticas en la administración pública.

Esta consolidación no se basa únicamente en la recopilación de datos, también en la aplicación constante de análisis comparativos que permiten identificar fortalezas y debilidades institucionales. Gracias a esto, las instituciones costarricenses han logrado la rendición de cuentas efectiva y un aprendizaje institucional que retroalimenta continuamente el diseño y ejecución de nuevas políticas. Entendiéndose así que la evaluación no es una actividad aislada, es parte de un proceso cíclico que impulsa la calidad, la transparencia y la confianza ciudadana, aspectos fundamentales para sostener políticas públicas de largo plazo y con impacto real.  

De acuerdo con lo anterior, se puede leer la noticia en el siguiente enlace: Costa Rica un referente en evaluación

6. Retroalimentación: 

La última etapa del ciclo es la retroalimentación, que consiste en utilizar los hallazgos de la evaluación para realizar mejoras en el diseño o la implementación de la política. En esta etapa se reconoce que las políticas no son estáticas, estas deben de adaptarse a nuevos contextos, aprendizajes y necesidades emergentes. 

La retroalimentación permite cerrar el ciclo y reiniciarlo de forma más informada, con mayor capacidad de respuesta y mayor enfoque en los resultados, siendo un indicador de madurez institucional y de compromiso con la mejora continua de la gestión pública.

Incorporar mecanismos efectivos de retroalimentación requiere voluntad política, apertura al cambio y una cultura institucional que valore el conocimiento, la evaluación y la participación ciudadana. 

Por último, comprender el ciclo de las políticas públicas es esencial para una gestión estatal efectiva, transparente y orientada al bien común. Cada una de sus etapas está interrelacionada y cumple una función específica en la construcción de soluciones públicas sostenibles. Al asumir este enfoque, se fortalece la capacidad del Estado para generar valor público y responder de manera más adecuada a los desafíos sociales actuales y futuros. 

Referencias Bibliográficas

Delgado, L. (2009). Tema 3. Las políticas públicas. El ciclo de las políticas públicas. Clases de políticas públicas. Eficacia, legalidad y control. Indicadores de gestión.https://www2.congreso.gob.pe/sicr/cendocbib/con4_uibd.nsf/12FA59A3CDFDB93805257E3500720A92/$FILE/A2T3.pdf

PUCE VIRTUAL. (23 de abril de 2021). Ciclo y fases de la política pública [Archivo de Video]. Youtube. https://youtu.be/QxZuh7zUGnY?si=qtpSZvfGOK9kF9kH

La Voz de Goicoechea. (7 de marzo de 2025). Costa Rica, un referente en evaluación del desarrollohttps://www.lavozdegoicoechea.info/2025/03/costa-rica-un-referente-en-evaluacion.html








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